GEOTERAPIA
La utilización del barro con fines terapéuticos, así como la del agua, es una técnica que se remonta a los orígenes de la humanidad, acompañándola a lo largo de su historia, pues han sido muchas las civilizaciones, como la egipcia, macedónica, griega, helénica o romana que han dejado muestra de su uso con fines terapéuticos. Pero no es hasta inicios del siglo XVI, aproximadamente, cuando aparece el término Geoterapia para identificarla. La Geoterapia utiliza la tierra como agente curativo por sus componentes químico-medicinales, que aportan importantes beneficios y prácticamente nulos efectos secundarios. La tierra puede usarse aplicándola sobre la piel en forma de barro, lodo o arcilla, siendo esta última la más utilizada por su versatilidad. En función de cuál sea su origen, su elevado contenido en minerales variará, así como sus características fisicoquímicas, pudiendo ser de colores diferentes y poseer propiedades distintas. Actualmente, en nuestro mercado, se encuentra arcilla blanca o de color «opalescente», arcilla verde o de tonalidad “grisácea” y arcilla roja o «granatosa». Todas ellas con propiedades básicamente antiinflamatorias, antisépticas, astringentes, analgésicas, cicatrizantes y regeneradoras tisulares.
He podido comprobar, a lo largo de mi experiencia profesional, que la aplicación de arcilla proporciona resultados muy eficaces. Por ejemplo, la arcilla roja está muy indicada para procesos osteoarticulares (artrosis, artritis, reuma, fibromialgia, etc.); y la arcilla verde es la más adecuada frente a afecciones como el acné, los abscesos, la sinusitis, las dolencias ginecológicas (dolores menstruales, ovarios poliquísticos, endometriosis), etc. Estos tratamientos los realizo siempre en uso tópico.
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